Estamos en el tiempo de las tazas colmadas

Estamos en el tiempo de las tazas colmadas. Hasta ahora el tema catalán se había llevado con una política de apaciguamiento, sin enfrentamientos directos como en el siglo pasado, ahora en el tiempo Sánchez Castejón  hemos pasado a la genuflexión virtual, que no real por ser imposible con la actual Constitución; no podemos decir que hay una entrega de dignidad porque uno que no la tiene no la puede ceder, es por lo tanto un imposible deducir pérdida o menoscabo de ella.
Lo que está ocurriendo es que hasta el más remiso a ver lo evidente, lo ve ya: el insaciable apetito  de los secesionistas; ya es visible que los moderados no eran nada más que hipócritas, y que los contemporizadores solo eran unos cobardes egoístas arropados en una bandera en la que no creían. 


¿Es Sánchez no un felón, si no un instrumento para visualizar algo?
¿Es un revelador que colorea la materia base?
Gracias a los tiempos Sanchistas se visualiza que la Justicia nunca ha sido imparcial, que los jueces son nombrados por los partidos y éstos les influyen. Que nadie, aunque la invocan constantemente, cree en la democracia y en la libertad, que la virtud y la libertad, así como los demás valores morales y cívicos son constantemente mancillados, que la Constitución (la que sea) solo es papel mojado y que también se violenta como se ha violentado el artículo constitucional que asegura que todos somos iguales ante la ley (ley de género, por ejemplo).


Si una sociedad no clama ante esto, si los partidos, incluso presumen de esa ley,  se han ciscado todos juntos en la Constitución.
La conclusión es obvia: Nada hay intocable en esta sociedad y nada es digno de respeto u obediencia, sólo rige la ley del más fuerte.


El honor, que antes era divisa de las instituciones del estado también está en solfa, la autóritas del padre, del maestro ya están obsoletas . 
¿Por qué se tiene que obedecer al resto?Sólo el ejercicio de la violencia hará posible la obediencia.Si hasta ahora el monopolio de la violencia estaba en manos del estado, ahora que todo salta por los aires ¿será del más atrevido?


Sin reparo ninguno, una ministra nos aclara lo que siempre han pensado:”Los niños no son propiedad de los padres” dejando claro el viejo dogma del totalitarismo: “Los hijos de los hombres pertenecen al estado”.


El cómo terminará esto no lo alcanzo a ver, aunque presumo que no será agradable.

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