Como y por qué se reproduce la corrupción.






Básicamente por tres razones que he observado y constatado en la realidad de mi experiencia:
·       Donde el poder no tiene control.
·       Donde ese poder causa miedo.
·       Donde se tiene miedo a perder los medios para conseguir  el sustento.

La mejor forma de explicarme es contar un episodio de mi vida de hace ya casi treinta y cinco años, que  ejemplifica lo que afirmo:

Cierto día nombran un jefe de división: M.CH, dicho señor viene precedido por su fama de ser y comportarse con sus subordinados de manera despótica, sus modos autoritarios más su ausencia de moral y escrúpulos le hacen aparecer un ser temible.

El porqué nos vino esta desgracia es motivo de otra historia, lo que quiero relatar es el desarrollo de un estado absoluto de corrupción (no es que hasta la llegada de M.CH no hubiera, que la había, es que con él llegó a extremos disolventes.

Como demostró, era intocable en su poder, cualquier disensión o control sobre sus acciones eran imposibles, solo restaba la sumisión absoluta a su poder, aún en diferido.

Siempre el poder absoluto de un tirano, genera una cohorte de servidores prestos a la delación y a ser cómplices de ello, siendo un campo muy fértil para las corruptelas, pues solo bastaba que se identificara como siervo del tirano para que se reprodujera un episodio de corrupción.  
Los motivos para ceder a las corruptelas eran variados, pero todos sustentados por el miedo, un miedo a las consecuencias que acarrearían para el disidente, indiferentemente del nivel moral de acomodación a las corruptelas.

Estando en un turno de trabajo, mi compañero y yo mismo somos requeridos por el mando directo del taller, para que fuéramos al almacén de equipos, con el objetivo de que seleccionáramos tres ventiladores de techo industriales en perfecto estado, se los preparáramos y limpiáramos pues el jefe de división M.CH quería hacer un regalo al dueño del local en el que habitualmente jugaba la partida de cartas de fin de semana, así nos lo manifestó el propio jefe de taller, que no sé por qué nos lo dijo pudiendo haberse callado, quizás un resto de dignidad le impulsó a ello, pese a que éste me consta también ejercía de leves corruptelas ¿Un atisbo de indignación por ser usado para ese latrocinio al patrimonio de la empresa?
Habitualmente éste mando sustraía materiales para su propio uso, y quizás pensó que el hacerlo personalmente le era más permisible, pero que le usaran a él como peón, eso al parecer le incomodó.

Ni que decir tiene que esto nos indignó a mi compañero y a mi mismo. Nos negamos de inmediato a ello, ante nuestra negativa, el mando nos ordenó traer tres ventiladores, diciéndonos que el resto era cosa suya.
La obediencia debida a nuestro mando directo no podíamos evitarla, por lo que fuimos a por los tres ventiladores.
Una vez en el depósito, mi compañero eligió tres, y golpeándolos sabiamente con un golpe seco en el rotor, bloqueó los ventiladores, no dije nada, incluso aprobé la acción de mi compañero.

Les llevamos los tres ventiladores y el mando del taller nos estaba esperando junto al coche del jefe M.CH que tenía el maletero  abierto.

Era fin de semana, y M.CH se iba de la factoría y quería llevarse “su regalo” del patrimonio empresarial.

Le dije a mi compañero: - Cuando llegue a destino y lo instalen y vean que no funcionan, se va a liar, cierto que no lo hemos podido probar por la premura, pero nos van a hacer probar los siguientes delante de ellos, solo hemos alargado algo en el tiempo la indignidad, y quedan doce ventiladores más.
No podemos hacer nada más, ni podemos denunciarlo, pues nadie se atreve como sabes bien a enfrentarse a M.CH.
-Me resisto a que se salga con la suya. (Respondió mi compañero encaminándose hacia el depósito de equipos).

No quería dejarle solo, le acompañé aunque me figuraba lo que pretendía hacer.

Llegamos al depósito, y mientras yo vigilaba, mi compañero bloqueaba los doce restantes…

Pasó ese fin de semana, y el “efecto ventilador” explotó: El jefe M.CH machacó a voces delante de todos a nuestro jefe de taller, lo humilló sin consideración y le dijo que quería tres que funcionaran perfectamente para el lunes siguiente.

La noticia corrió como la pólvora por todos los departamentos, pero nada ocurrió, salvo la expectación.

Ese mismo día nuestro mando de taller (que no podía probar nuestra culpabilidad) nos hizo ir con él al depósito de equipos, armados con los materiales y herramientas precisas para comprobarlos allí mismo.

Se puso a seleccionar tres ventiladores, infructuosamente puesto que mi compañero había sido muy eficaz en su labor de “bloqueador”.
Lo dejamos no sin una gran frustración de mi jefe de taller.

Delante de nosotros (en calidad de testigos) manifestó a M.CH que no había ninguno que funcionara, achacando a la mala manipulación de almacenado el estado de los susodichos ventiladores, a lo que le respondió M.CH :
-Me da igual lo que haga, incluso si tiene que robarlos, pero quiero tres ventiladores para el lunes por la mañana.

El domingo, se nos nombra para servicio de mantenimiento fuera de servicio (labores de mantenimiento con fábrica parada), el objetivo era la consecución de tres ventiladores.
Como nuestro mando de taller disponía de todas la llaves, penetramos por iniciativa de él mismo y bajo su directa orden, nos hizo descolgar tres ventiladores del techo, limpiarlos, probarlos y se los guardó en su almacén.

Lunes por la mañana: A las 8 horas, llega el coche del jefe, introduce en el maletero los ventiladores y se larga.

Cuando el departamento empieza su jornada, alguien se percata de que faltan tres ventiladores del techo, se llama a seguridad y comienza una investigación, sin efectos por supuesto, dado que el jefe de seguridad reporta al mismísimo M.CH, por lo que todo queda en un hurto de unos intrusos sin identificar.

Todo el mundo sabía lo que ocurrió, nadie dijo nada, las corruptelas incluso tomaron incremento, pues este suceso solo actuó de efecto pedagógico de impunidad, solo bastaba que se creyera ver la mano oculta del tirano, para que todos hicieran la “vista gorda”.

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