España, mi nación.





La política nacional me da una pereza enorme, por lo previsible, más un hartazgo de la contumacia en el error de los españoles, a los que incluyo a vascongados y catalanes; los gallegos los tengo por españolísimos, en mi justificación presento el argumento de que a todos los españoles en América nos dicen “los gallegos” aunque seamos andaluces, extremeños, o de otro sitio.

La izquierda comunista ha fagocitado el republicanismo, lo que es letal ya, para la república.

Se está intentando equiparar la debacle del PP y del PSOE con una debacle del sistema de organización del estado, es decir de la monarquía parlamentaria. Lo que es una falacia enorme por parte de los republicanos comunistas.

Aquí no ha fallado la monarquía parlamentaria (aunque esta constitución es manifiestamente mejorable y se debe afrontar la mejora de ella, sistema de votación, representación territorial y muchas otras cosas más).
Parece que un aspecto rechazado es la representación parlamentaria, que ahora es una representación partidaria.
No creo que el “asambleismo” sea algo a tener en cuenta, pero sí una expresión de la ciudadanía más real.
La igualdad entre territorios, sin excepciones ni “privilegios históricos”, un hombre un voto, y no la trampa de la constante acción de chantaje de los nacionalismos periféricos.
No se puede tener en cuenta como vecinos o aliados a los que simplemente son traidores a la constitución y a la sagrada unidad de la Patria.
No podemos engordar más a los que trabajan por la ruptura de la nación española. Deberán usar los medios que pone la constitución a disposición del gobierno legalmente constituido y del parlamento, para de una vez por todas poner en su sitio (los tribunales oportunos) a los traidores.
Esto es responsabilidad no de la corona que reina pero no gobierna, es responsabilidad del gobierno y del parlamento, que son los legislan, y no deben derivar su responsabilidad en la corona.
Otra componenda, aún siendo posible el hacerla, solo sería un parche que rompería del todo el tejido a remendar.
Diálogo no es equivalente a chalaneo, que es lo que muchos entienden por “diálogo”.
Dije hace algún tiempo en una entrada, (…) “Que si no se actuaba correctamente, veríamos las banderas del soviet ondear, que no era la solución, pero era lo que habríamos conseguido.”
Hoy puedo gritar: ¡Viva la Constitución!
¿Pero lo podré decir en un futuro inmediato, e incluso sentiré ese mismo sentimiento?

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